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Artículo 127

Un caso clínico la paciente: Marilyn Monroe

Este trabajo presenta el desafío de mostrar cómo se realiza la toma de una historia clínica homeopática a partir de la recopilación de varias biografías.

Esta es la historia de una paciente, Norma Jeane Mortensen, quien nació en Los Ángeles el 1 de Junio de 1926. Fue hija única de una madre guionista de cine (Gladys). La madre la abandona y la recoge una amiga suya, Grace, quien la ubica en sus primeros años de vida en orfelinatos. Paso por seis de estos y por ende tuvo varias familias sustitutas, las que funcionaban en los orfelinatos.

Recuerdo un hecho puntual que relataba: cuando a una de las mujeres de las familias sustitutas que funcionaban como madres le dijo: “Mamá”. La mujer le respondió: “Yo no soy tu mamá”. Evidentemente, esto habrá quedado grabado en esta niña. Como así también el recuerdo de otra de las mujeres de las familias sustitutas, Ana Lower, quien sí le tenía mucho cariño. Norma Jeane recordaba lo bien que Ana Lower le había hecho, fue una persona amable que le dejó muchas cosas desde el lugar de madre.

Norma no tenía padre, este era desconocido y el apellido se lo dio un amante de su madre.

En un momento de su vida, Norma dijo: “Mi madre nunca hizo un verdadero esfuerzo por estar conmigo, creo que yo no existía para ella”. La madre fue internada en varios hospitales; siempre Norma tuvo la idea de que la madre era esquizofrénica.

Norma tuvo una infancia muy dolorosa, bastante desdichada, pues pasaba de un orfanato en otro, de familia sustituta a otra.

Grace, que le decía que la quería mucho pero igual la dejaba, le marcaba que era perfecta, salvo por un único defecto que tenía en su cara, una protuberancia en la nariz. Ella se preguntaba: “Si yo era tan perfecta, ¿por qué me abandonaba en los orfelinatos?”

Durante el tiempo de su escolaridad, se la conocía como una alumna sociable, guapa, enérgica, tímida, retraída, callada, de rendimiento medio. Físicamente, se desarrolló antes que sus compañeras de grado. Ellas decían que Norma Jeane se desesperaba por agradar y que siempre estaba avergonzada de su pasado.

A través del paso por las diferentes familias sustitutas, la vida de Norma sufrió ciertos cambios bruscos: de pasar a familias tremendamente religiosas a otras extremadamente ateas.

Tras larga lucha ante la justicia por lograr la adopción de Norma, Grace consiguió su objetivo y se la llevó a vivir consigo. Una noche, cuando el marido de Grace llegó borracho, intentó seducir y violar a Norma, hecho que produjo en ella una marca imborrable.

Por aquel entonces, Norma tomaba clases de retórica porque permanentemente tenía temor a parecer verbalmente inepta y socialmente inaceptable. Sentía que se le anudaba la garganta y esto le impedía hablar. Por el año 1941 estuvo a punto de abandonar las clases. Por ese entonces, se la describía como vulnerable, tímida pero poseía el genio suficiente como para transformar un inconveniente en una virtud.

En algún momento declaró que cada vez que cambiaba de lugar adoptivo, sentía un rechazo, un abandono. Norma tuvo una infancia tremendamente dolorosa por los cambios de familias sustitutas que sufrió. Estas circunstancias le producían una sensación de abandono que se repetiría en cada sustitución.

Había estudiado hasta décimo grado cuando conoce a James Douglherty, un hombre mayor que ella, marino y decide casarse con él como posibilidad de liberarse de su situación. Él la recuerda como una mujer tímida, insegura, con falta de confianza.

Necesitaba constantemente demostraciones de afecto. Cuando se peleaban por cualquier razón, se mostraba ofendida pero siempre estaba decidida a perdonar, no era rencorosa. En una oportunidad, tras una pelea bastante enérgica, él se fue a dormir al sofá del comedor y entrada la noche la vio durmiendo al pie del sofá.

No soportaba estar sola, el abandono. Lloraba con mucha facilidad. Este primer marido la dejaba sola muy a menudo y ella sufría mucho ante tales ausencias. Solía tranquilizarse recogiendo perros de la calle o ayudando a niños carenciados.

Aprovechando el tiempo libre que le dejaba su marido viajante, se puso a estudiar en una academia de modelos que a posteriori le permitió trabajar de la profesión. A través de este curso, conoce al fotógrafo David Canover. Este le propone tomarle fotos para que luego consiguiera trabajo. Canover recuerda ella que tenía una cierta fragilidad, combinada con una vibración sorprendente. Tuvo un fuerte romance con él; estaba convencido de que era una modelo excepcional.

Posteriormente, conoce a André de Dienes, fotógrafo que vino de trabajar en París. Era uno de los mejores fotógrafos de Europa. Decía que ella cuando posaba, miraba el objetivo sin parpadear. La excitaba el hecho de ser fotografiada. Primero amaba la cámara, luego al hombre que la disparaba. Él decía que ella nunca albergó sentimientos de culpabilidad. La describe como tímida, insegura y que tenía ocasionales tartamudeces. Pero ante la cámara, se transformaba: tenía un aire de dulzura que una vez que terminaba de posar, desaparecía.

En un momento, ella queda embarazada y al tener toda su energía puesta en el proyecto laboral, temía enloquecer por el embarazo pero finalmente, produce un aborto espontáneo.

Luego, se separa del marido, quien se ausentaba varios meses por trabajo; sin embargo, su inseguridad hace que le proponga seguir viéndose. El marido lo asoció en ese momento con esa cosa de inseguridad que permanentemente tenía.

Cuando empezó su trayectoria, al acercarse al cine – lo hacía con mucho entusiasmo – soñaba con no ser solamente una modelo. Esto tiene que ver con que Grace, de niña, le había dicho que llegaría al cine, que ocuparía un lugar tan estelar como Jean Harlow, que lo tenía pronosticado. Ella se fue encarrilando, pasando por el modelaje y llegando a trabajar como actriz de cine.

En su primera prueba tartamudeaba, transpiraba, no recordaba lo que tenía que decir, se coloreaban sus mejillas.

Por aquel entonces solía declarar que se sentía avergonzada por no haber terminado el secundario. Era atraída por hombres y mujeres cultos, de los que podía aprender aspectos sobre historia, literatura, teatro y ciencias sociales. Mención especial tenían para ella los abandonados y los oprimidos, personas con las cuales siempre se identificó, tanto en el teatro como en su vida particular.

Cuando comenzó su carrera cinematográfica, hizo una declaración a la prensa en la cual comentó que gastaba todo el dinero que ganaba en clases, en el pago de la cuota del auto, en el alquiler de su departamento. A lo largo de su vida consideró el dinero como algo a lo que le restaba importancia. Lo gastaba en lo que quería.

A lo largo de su trayectoria, se transformó en una costumbre crónica el hecho de llegar tarde y la incapacidad para memorizar el libreto, sobre todo por la mañana.

A veces pienso que era de otra época porque en los 50’ se dedicaba a hacer aerobismo en el barrio donde vivía, Beverly Hills, y levantar pesas en un gimnasio, cosa infrecuente para una mujer.

Elio Kazán (director de aquella época) la veía como una mujer divertida, de buen humor, espontánea, que tenía solidaridad con los niños, sobre todo con los lisiados y también con los perros callejeros.

Presentaba un síntoma muy importante: mientras empezaba a rodar sus primeras películas de cine no podía desayunar porque si tenía que trabajar, vomitaba.

Años más tarde conoce a Skolsky, reconocido como uno de los generadores de mitos más conocidos, con el cual compartió una intensa amistad a lo largo de toda su vida. Skolsky decía que ella no sabía bien quién era pero sí sabía quién quería ser, consideraba al matrimonio como una difícil amistad con privilegios sexuales. Nunca estaba conforme consigo misma, se sentía inepta, se forzaba. Algo ocultaba para no decepcionar, generalmente a la gente que amaba.

En 1954 se casa por segunda vez, con Joe Di Maggio, el primer beisbolista de los E.E.U.U., mayor que ella. Decía que era ansiosa y deseosa de ser una estrella. Cuando le preguntaron acerca de la fama, dijo que todo eso le ocurría a otra persona.

Marilyn proseguía el camino actoral formándose con Natasha Lites que la acompañó prácticamente durante casi todas sus filmaciones. No tenía amigas mujeres pero sí necesitaba depender de Natasha.

Por la noche interpretaba las escenas maravillosamente, pero al día siguiente se olvidaba de todo lo que tenía para decir. Una de las cuestiones que la preocupaban era que no la amaran o que no la quisieran por una mala actuación sumado al temor a no ser ella misma. Había partes de su vida, desconocidas o inexploradas. Fue su preocupación primordial a lo largo de toda su vida.

Otra de las características es que tenía obsesión por los espejos. No era simplemente el síntoma de narcisismo de una actriz. No se miraba en actitud de reconocerse, de adoración, sino que se sometía a una evaluación implacable. Vistiéndose y desvistiéndose una y otra vez, dibujándose las líneas de los labios, maquillándose. Intentando una y otra vez centrarse en una imagen que por más que la realizaba, la vivía como incompleta. Sin embargo, una amiga la definió como alguien que sabía bien la influencia y el poder que su imagen provocaba.

Era una mujer deseosa de saber, quería saber; ahí empieza a relacionarse con Lee Strasberg, que era su profesor.

Otro aspecto de su vida es cuando comienza a analizarse en 1955. Su primera analista fue una discípula de Ana Freud. En febrero de 1955 declaró: “tuve maestros y personas a las que pude respetar, pero nadie a quien imitar”.

Siempre sentía que no era nadie y la única forma de ser alguien era siendo otra persona y probablemente, por eso quería actuar.

Ese año declaró que estaba tratando de convertirse en artista, ser natural. A veces sentía que estaba al borde de la locura. “Siempre tengo la secreta sensación de que soy una farsante o algo así. El único que me comprende es mi marido, Joe.”

Marilyn, en una ocasión, dijo que jugaba con las cámaras, les hacía el amor. Obtenía prueba de su existencia gracias a la foto fija y no a la parpadeante imagen cinematográfica, aunque la cámara producía una transformación. Echaba sus pechos hacia delante, el abdomen hacia atrás y meneaba el trasero a la vez que esbozaba una radiante sonrisa y su rostro se iluminaba.

Strasberg, profesor con el cual había estudiado en New York, decía que era una mujer con poco amor propio, pero una excelente actriz.

Cuando vivió en New York (1957-59) se analizó con Kris. Siempre necesitaba de un analista, alguien del cual depender. Ella quería ser una gran actriz, consumía libros de psicoterapia, psicoanálisis y psiquiatría.

Poca gente entre los famosos de Hollywood se dedicaba a actuar en forma benéfica para recaudar fondos para la compra de leche para bebés o cualquier ayuda solidaria, como lo hacía Marilyn. Era muy generosa con el dinero.

El 31 de octubre de 1960 se encuentra en la puerta del Paramount con un director que la había dirigido en una película, quien la ve llorando. Ella le dice que se pasó la vida queriendo hacer algo diferente de Marilyn y terminó haciendo de Marilyn.

Es llamativo que el segundo marido de Marilyn haya sido el mejor beisbolista de los E.E.U.U. y el tercero, el famoso escritor, dramaturgo, Arthur Miller, quien declaró que ella formaba parte de su fuerza vital. Marilyn necesitaba identificarse con gente de un nivel intelectual importante, tal vez por ello puede explicarse su casamiento con Arthur Miller.

¿Qué era Marilyn para esas grandes figuras? Piensen que Joe Di Maggio era el campeón del béisbol americano, Arthur Miller, el máximo dramaturgo del teatro americano de aquellos tiempos, el Presidente Kennedy (no cualquiera). A ninguno de ellos le faltaban mujeres. ¿Qué tenía esta mujer para que todos estos hombres fueran a bregar al mismo arroyo? ¿Qué agua era la que se brindaba?

¿Qué era lo que tenía Marilyn que la hacía tan atractiva? ¿Qué portaba Marilyn que hacía que todos los hombres fueran a ella? ¿Qué ofrece como carnada que hace que estos hombres quedaran cautivados?

Marilyn decía que para ella era muy importante sentirse mirada y reconocida como una bella mujer. Yo pensaba en esos ataques de angustia que solo se calmaban al divertirse y mirarse desnuda frente al espejo.

¿Qué sostiene en la necesidad de todas esas miradas?

¿Por qué tanto valor de presencia en ese atrapar miradas?

Heidegger decía: “El vacío del cántaro es el lugar más valioso, es donde va el vino de la ofrenda de los Dioses”.

Decía el psicoanalista argentino Isidoro Vegh sobre Marilyn:

“Lo más valioso del cántaro es el vacío, cómo atrapar ese vacío.”

Marilyn tenía presencia. Presencia en la vida, presencia en la escena. La escena no representa la vida sino que muestra que la vida que nos implica es una vida en escena. Marilyn tiene algo en su presencia, de héroe trágico y de vacío.

Sabemos, como dice nuestro maestro Ovidio en relación al amor, que para develar secretos hay que tener ciertos cuidados, tendrá que ser en un tiempo adecuado, con la luz conveniente, eligiendo cuál es la variante que funciona mejor. En esto no conviene equivocarse para obtener buenos resultados.

¿Qué buscaba con esa pulsión escópica Marilyn? O más bien, con esa presencia en cargadas ausencias. Atrapar en el segundo en que se abre el diafragma de una cámara, soportando el destello de un flash, la visión alucinada de alguien que le dijera quién era ella, de ese vacío que ella sentía que se llamaba Marilyn.”

Aún en 1961, con todo su recorrido, Marilyn declaró a un periodista: “Estoy tratando de demostrarme que puedo ser actriz. Es como si tuviera una superestructura sin cimientos”.

En la última etapa de su vida, contrajo una dependencia muy grande con su psicoanalista, psiquiatra formado en la Escuela de Viena, quien la manejó totalmente porque violó las leyes éticas que regían los modelos psicoterapéuticos de la época. Este profesional, Grinson, personaje siniestro, le presenta a su familia. Generalmente, un psicoanalista no medica y él lo hacía, le mandaba las medicinas a la casa. La identificación que Grinson tenía con Marilyn provenía de su historia personal. Él tenía una hermana, Juliette, que murió y había sido muy linda, a quien le dispensaba en su niñez todos los beneficios. Tal vez por esta situación trágica, se haya sobreinvolucrado con Marilyn.

La manera en que Marilyn murió fue contada con las disquisiciones de cada uno de sus biógrafos, ya que algunos autores no hablan de suicidio sino de asesinato por su cercanía a la gente del poder.

Quiero destacar que padecía de constipaciones crónicas, menstruaciones muy dolorosas con cefaleas y adicción a somníferos.

El sueño que se le repetía era el de estar desnuda frente a los oradores.

Para la repertorización homeopática tomo los siguientes síntomas:

1. Falta de confianza

2. Anticipación

3. Reservado

4. Timidez

5. Oféndese fácilmente

6. Desnudo quiere estar

7. Laborioso

8. Abandono

9. Falta de confianza

10. Sueño de estar desnuda

11. Tarde siempre llega

12. Constipación crónica

De la repertorización surgen varios medicamentos, y seguramente faltan algunos síntomas, invito a mis colegas a colaborar con este ejercicio para poder diagnosticar qué medicamento le hubiera correspondido y qué síntomas faltan tomar, para poder entender la totalidad del sufrimiento de nuestra querida Marilyn y llenar el vacío de esa mirada cargada de ausencia.

Dr. Sergio Rozenholc

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