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Artículo 2

Analogías entre Freud y Hahnemann

Tal vez pueda parecer una osadía la ocurrencia de plantear las ideas que desde hace muchos años llevo en mi mente, es que la homeopatía y el psicoanálisis tienen muchas más coincidencias que disidencias.

Christian Friedrich Samuel Hahnemann nace el 10 de Abril de 1755 en Meissen, una de las regiones más hermosas y sajonas de Alemania.

Segismundo Freud nació en Freigberg, uno de los más lindos bosques de Austria.

Los dos tuvieron ciertos cambios en relación con los nombres: Freud pasó a llamarse Sigmund (tal vez por el antisemitismo que reinaba en Viena en aquella época) y Hahnemann sólo firmaba como Samuel. Tenían también una intuición linguística acuñada, hablaban varios idiomas. El conocimiento de idiomas les permitía a ambos hacer traducciones, lo cual les generaba un marco de subsistencia. La primera lectura que Freud hizo de W. Shakespeare fue a la edad de 8 años y en inglés. Hahnemann leía griego a la edad de 12 años.

Hahnemann era médico, químico, farmacéutico, descubridor del famoso catamiento de vinos. Freud era médico, fisiólogo y neurólogo.

De varias maneras, los dos en los primeros años de carrera médica tienen la sensación de que no pueden ejercer la medicina o que no estarían a la altura de las circunstancias en cuanto a lo requerido por la ciencia médica. Esto lo vemos expresado en el intercambio epistolar de ambos.

En una carta enviada a Hufeland en la era prehomeopática, Hahnemann le dice en un párrafo lo siguiente: “mi conciencia estaba susceptible de tratar a mis hermanos con medicamentos desconocidos con tantos efectos adversos”. En un sentido parecido, Freud le escribe a Fliess de Berlín: “me gustaría ser un doctor, como dice la gente, un artífice en curar, un médico para entender a los semejantes, lamentablemente no lo soy, tú lo sabes”. Antes de esta carta le había escrito: “yo no aprendí lo suficiente para ser médico”.

Los dos tenían temperamentos muy agresivos y eran muy obstinados, defendían sus posturas de manera obstinada, celosa y eficaz.

Los padres de ambos eran casados en segundas nupcias.

Los dos perdieron a sus respectivos padres a la edad de 40 años de vida.

A Freud y Hahnemann les permitió a partir de ese momento poner en marcha a uno, la creación del psicoanálisis y al otro, la homeopatía. Parecía muy fuerte la presencia de padres en ambas vidas.

Freud declaró en los últimos años que nunca pudo terminar de hacer el duelo por la muerte del padre.

El germen del descubrimiento parecía florecer de estas dos almas, en Hahnemann, con respecto a su descubrimiento, fue un autoensayo la prueba con la quina. Freud, por otra parte, en 1880, puso en marcha la prueba de la cocaína. Bernfeld relaciona en forma directa este episodio como el primer encuentro científico con la neurosis y a posteriori con el psicoanálisis. Ambos tienen durante sus pruebas lo que Ellen Berger llamó una enfermedad creadora. Una enfermedad creadora obedece a un período de ocupación intensa con una idea y con una búsqueda de una verdad determinada. Es una condición polimorfa, la cual puede adoptar la forma de una depresión, una neurosis, dolores psicosomáticos o incluso una forma de psicosis. El porqué de un síntoma la experimentarán los enfermos como algo doloroso, o sino como un tormento, períodos de mejoría y empeoramiento. Durante la enfermedad nunca pierde el enfermo el hilo conductor de su idea, se pone de acuerdo con el ejercicio normal de la profesión y una vida familiar estable.

El año de creación de la homeopatía es 1796 y el año de creación del psicoanálisis es 1896. Tanto Hahnemann como Freud eran masónicos, poseían una condición libre de prejuicios hacia la religión, los dos tenían un cuidado muy especial por su cultura teórica.

Los dos han sufrido los embates de la cultura médica de la época, Hahnemann cuando escribió el tratado sobre las enfermedades crónicas y Freud cuando desarrolló sus tres ensayos para una teoría sexual.

Pensaba cuánta soledad en esta lucha, cuántas barreras que atravesar, los dos, casi a los 40 años de sus vidas produjeron un cambio que para Hahnemann fue embestir a toda la medicina tradicional alopática que sostenía “contraria contrari curanters”, las sangrías de las épocas, no hay que olvidarse de que, inclusive, esta época es preantibiótico, sólo él soñó el revolucionario método “similia similimum curentur”, también Freud luchó contra la psiquiatría del electroshock, las curas termales de la época, etc.

Fue Samuel Hahnemann el primero que vio al ser humano como una unidad y no como la suma de las partes, y que los síntomas de los pacientes, aquellos que llamó “raros, extraños y peculiares” eran la expresión más profunda de su enfermedad. Fue Sigmund Freud el que abordó a sus pacientes a través del discurso de los mismos y el que sostuvo que la vía regia de acceso a los conflictos más profundos lo hacían mediante los actos fallidos, lapsus, sueños, etc.

No terminan acá las analogías, Hahnemann proponía en la toma del caso una escucha con mucha paciencia, no los interrumpía mientras relataban sus sufrimientos y dolencias, quería que cada enfermo explicara con sus propias palabras sus sufrimientos.

Freud postulaba lo que denominaba atención flotante en la escucha de los sufrimientos de un paciente sin interrumpirlo y luego proponía devolver una interpretación de dicho discurso, con el objeto de devolver lo que los mecanismos de defensa o la resistencia no permitían acceder a la conciencia.

Hahnemann, en sus tratamientos, muchas veces había observado que para que un paciente se cure debía observar el regreso de síntomas antiguos muchas veces suprimidos por medicaciones alopáticas a la manera de una película que se pasa en sentido inverso.

Freud relataba que en el análisis se debían vencer ciertas resistencias hasta poder acercarse a aquellos recuerdos infantiles que muchas veces producían tanto dolor.

Elizabeth Wright comparaba la anamnesis homeopática con una placa fotográfica y a mí se me ocurrío agregar que tal vez el negativo de esa placa es lo que intenta recobrar Freud.

Hahnemann pasó por el denominado autoensayo o patogenesias de muchos medicamentos y recordaba a los médicos homeopátas que la experimentación es el proceso de aprendizaje no conquistable por otros caminos de la homeopatía.

Freud relataba que realizó su autoanálisis durante un largo período de su vida y les recomendó a sus discípulos que, es el análisis el método de formación de analistas y no solamente la cultura teórica.

Hahnemann sostuvo que uno de los pilares de la teoría homeopática es la ley de semejanzas o similitud que nos dice que toda sustancia que a dosis infinitesimales pueda reproducir la enfermedad en el hombre sano, ser capaz de curar al hombre enfermo que reproduzca esta misma sintomatología.

Freud nos trajo el término transferencia que designa en psicoanálisis el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos y de un modo especial dentro de la relación analítica. Se trata de repetición de prototipos infantiles vivida con un marcado sentimiento de actualidad.

Siguiendo con las analogías parece ser que Hahnemann nos regala esta piedra preciosa: “para curar usamos sustancias que, en realidad no son sustancias, pero que parecen traer un mensaje de la sustancia primitiva que a través de la potencia tenga lugar un vaciamiento en lo concreto, algo así como al suprimir su carácter nos trae un verdadero mensaje”.

Podríamos decir que respecto del método freudiano la interpretación ocupará un lugar vacío dentro del discurso producido ya bien por las resistencias o algún otro mecanismo de defensa, represión, etc.

Es Hahnemann quién cuando tiene que referirse a lo heredado nos va a remitir a la teoría del miasma. Es Freud quién cuando tiene que hablar de lo heredado lo escribe a través de las llamadas series complementarias. Es Hahnemann quién cuando describe sus modelos nos va a remitir a sus tres miasmas como lo son la psora, la psicosis, y la siphylis. Es Freud quién muestra el modelo de funcionamiento del aparato psíquico nos remite a su primera tópica (consciente, preconsciente e inconsciente) o en un segundo momento lo que se denominó la segunda tópica (yo, ello y superyó).

Ni Freud ni Hahnemann aceptaban tener antepasados intelectuales, sino que se creían descubridores de tierras vírgenes.

En psicoanálisis se sabe que lo que Freud llamó el inconsciente por el aporte de uno de sus grandes discípulos Jacques Lacan, está estructurado como un lenguaje y que en el análisis vemos que lo que se denomina significante. ¿Qué es lo que quiero decir con esto? Que aunque la homeopatía tome el discurso manifiesto de un paciente, o sea aquellos síntomas raros, extraños y peculiares, que conectan con el sufrimiento profundo del paciente, el psicoanálisis nos va a mostrar a través de los lapsus, actos fallidos, sueños, chistes, la vía regia de acceso al inconsciente con lo cual también nos remite al núcleo profundo del sufrimiento. Por ambas vías estas dos disciplinas tal vez apunten a lo mismo.

En este momento, cierro los ojos e imagino un diálogo entre Freud y Hahnemann en una mesa de café fumando un habano diciéndose: “tanto vos como yo, hemos trabajado mucho en nuestras obras construyendo, criticando, reformando, ¿por qué no hubo gente que pudiera sumarles letras a estas teorías, tal vez no han entendido el lenguaje que nos sostuvo a nosotros, el de los poetas?”.

Dr. Sergio Rozenholc

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