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Artículo 75

La Herencia de una Poliquistosis Renal

Nací en Laborde, provincia de Córdoba, en una familia de clase media. Mis padres junto a mi abuela materna tenían un bar típico de los pueblos, donde se jugaba al billar, a las cartas, se tomaba el café y también funcionaba como pizzería y heladería. Yo soy la menor de 3 hermanas, mis hermanas mellizas, 3 años mayores.

A los 7 u 8 años comienzo a orinar sangre y comienzan a hacerme estudios en la ciudad de Córdoba ya que mi padre ya padecía problemas de riñón. Según las radiografías pensaban que tenía 3 riñones, pero con más estudios descubrieron 2 vías de uréter en el riñón derecho. Según las prescripciones de la época, no me dejaban saltar ni moverme demasiado por temor a que me cayera y empeorara las cosas, lo que me trajo de más adulta, dificultades para hacer muchas cosas que me gustaban.

Mi padre cada vez enfermó más y a mis 11 años él falleció. Mi madre vende el bar y se muda a Rosario con el pretexto de que nosotros tuviéramos la oportunidad de seguir estudiando en la facultad, yo comienzo la secundaria en Rosario y ese año me llevo todas las materias a pesar de ser una de las mejores alumnas en la primaria. Fue muy difícil adaptarme a un lugar nuevo y más aún a una ciudad; no podía entender lo que me pasaba, realmente estaba muy desorientada, aunque nunca me costó hacerme de amigos. Me fui adaptando como pude, le pedí a mi madre repetir el año y me cambié a otra escuela que quedaba más cerca de mi casa. A los 15 ó 16, descubren que tengo un quiste en los riñones. A esa edad comienzo a estudiar teatro y me apasiona, la escuela pasa a segundo lugar, aunque no era una mala estudiante. A los 18, cuando termino la secundaria, tengo otra crisis grande, no sabía qué hacer de mi vida y me paso tirada en la cama un largo tiempo, tenía que decidir, si seguía estudiando Filosofía en Rosario o viajar a Bs. As. y seguir con el teatro. Lo que me ayudó a definirme era mi necesidad de salir de mi familia, así que me busqué un trabajo donde me pagaban muy bien y que en un tiempo podía pedir traslado para Bs. As. Y eso fue lo que hice. A los 19 años ya vivía aquí. Esta fue otra etapa muy dura que nunca imaginé; al principio lloraba todos los días porque la ciudad era demasiado para mí, otro tipo de gente, las distancias para viajar, y me fui adaptando y otra vez haciendo amigos, hasta que comenzaron los cólicos renales. Después de varios episodios no muy agradables, y con muchos medicamentos que me producían erupciones en todo el cuerpo, llega a mí “La Macrobiótica” y sin tener la menor idea, la adopto como forma de vida. Esto provoca en mi familia una revolución porque decían que estaba loca y todo lo que podemos imaginar, pero yo seguía firme en mis creencias. En esos años me hacen una punción en el quiste del riñón derecho y ponen un esclerosante para ver si se puede re absorber, no da ningún resultado. Pasados unos años comienzo a practicar Tai Chi y allí conozco a Martín, vegetariano también, nos casamos y tenemos un hijo (Lucas). Tuve un muy buen embarazo, era un hijo deseado, no tuve ninguna complicación durante el embarazo ni en el parto, que fue normal. Íbamos a tener a Lucas en nuestra propia casa pero finalmente no se dio. Lo criamos de acuerdo a los principios macrobióticos, sin vacunas y lo alimentamos de esa manera después del destete.

Renuncio a mi trabajo, para dedicarme a la crianza de mi hijo.

Cuando Lucas tenía 3 años vivimos un tiempo en Brasil, en la escuela de Tomio Kikuchi y allí me convertí en cocinera, fue una experiencia muy fuerte la de vivir en comunidad, a mí me costo mucho volver a Bs. As. Al tiempo de estar, me dedico a cocinar y tengo un servicio de viandas macrobióticas a domicilio, me separo de Martín, fueron años muy duros para mí, sola, trabajando mucho y con Lucas a cargo. Comenzaron nuevamente los cólicos, yo no acudía a la medicina convencional y me trataba con compresas de jengibre, cataplasmas y dieta muy estricta. Los quistes fueron aumentando de crisis en crisis, mi vida sentimental no era la mejor porque las parejas que tuve no funcionaron, hasta que tuve una crisis donde sentía que me moría y pedí ayuda en el hospital, me internaron , acepté los medicamentos alopáticos ya que estaba ahí y no me quedaba otra.

A los meses conozco a mi actual pareja, Roberto (también vegetariano), y con su ayuda y apoyo empezamos a buscar otras alternativas para mi salud, él ya tenía conocimientos de Hamer pero no pudimos conseguir en ese momento, el teléfono de ningún médico en la Argentina, así que me atendí con homeopatía, pero no tuve una buena comunicación con el Homeópata y la dejé. La búsqueda de caminos diferentes había estado siempre presente en mi vida. Muchos años antes estudié la tecnicatura de M.T. China. Y me fui atendiendo con diferentes Médicos .

En el año 2004 nos vamos con Roberto de viaje a España y le pido que vayamos al país vasco, quería conocer la zona en donde habían vivido mis bisabuelos. Encontramos en el norte de España un pueblo con mi apellido y allí fuimos, mi sensación fue esta: yo conocía ese lugar, había visto ese mar, eso estaba en mi memoria, sensaciones, olores. En ese momento no pude investigar sobre ellos porque no tenía datos suficientes, yo no conocí a mis abuelos y no tenía siquiera sus nombres. Este mismo año con Roberto decidimos comprar un campo, para salir de la ciudad y vivir allí, los 2 queríamos la montaña entonces le cuento que en un viaje que hice a Córdoba me enamoré de un lugar y que mi corazón dijo acá quiero vivir, comenzamos a buscar, a él le encantó la zona y compramos un campo en un lugar que se llama Travesía.

Seguíamos con la búsqueda del modelo terapéutico del Dr. Hamer y allí aparece el Dr. Callejón, nos comunicamos y fuimos a verlo, él me propone empezar a buscar en mi familia cómo o dónde nace el problema renal. Como yo no tenía datos, viajé hasta mi pueblo natal a buscar información, no había regresado desde que había partido a los 11 años y volvía a los 45; encontré el nombre de mi abuelo y mi bisabuelo, y teléfonos de primos que no veía desde los 20 años. Fue un viaje muy agotador, muy movilizador, sentía que era demasiado fuerte. No volví a verlo al Dr. Callejón, pero seguí buscando. Una amiga me comenta de un médico homeópata, el Dr. Sergio Rozenholc que también practicaba el modelo de la medicina de Hamer y lo fui a ver. Con él inicio un tratamiento y su primera indicación, además de medicarme homeopáticamente, es la de hacer una constelación pero con una premisa muy precisa, ubicar en la constelación la historia de mi enfermedad renal (poliquistosis).

Entonces le hice caso y descubro en el trabajo de la constelación que es mi bisabuelo el que parte de España para la Argentina es él el que comienza con el conflicto biológico, que luego sigue de generación en generación.

María del Carmen

Hasta aquí el relato de la paciente en donde podemos observar varios elementos muy interesantes de su vida, por ejemplo, lo que la medicina llama herencia, en realidad es una situación sin salida, lo que denominamos conflicto biológico. En el caso de esta mujer, el tema comienza con el traslado de su abuelo desde España y es el riñón el que acusa el dolor de generación en generación, es como si quisiera retener ese recuerdo de la primera travesía del abuelo y el desarraigo que sufrió, una vivencia muy dolorosa de la que jamás se habló en la familia, y era ni más ni menos, que el traslado del país de origen a otras tierras desconocidas para el abuelo. Es importante señalar también la incansable búsqueda de la paciente atravesando diferentes modelos terapéuticos y profesionales para poder curarse.

Durante las consultas que tuvo conmigo, fui evaluando algo que dijo María del Carmen y es que ella mejora mucho trabajando en su campo y que no se cansa y que es como si la inflamación abdominal producida por esta poliquistosis, le desapareciera durante su estancia en el campo. Quiero recordar que cuando la paciente llega a ese campo dice “me enamoré a penas lo vi”. Esto es algo digno de recalcar ya que en el camino de la cura debe inevitablemente incluirse el amor.

Es muy posible que su establecimiento definitivo en el campo cuya localidad se denomina Travesía, que evoca y recupera la pérdida de identidad de un abuelo, trasmitida de generación en generación, la medicación homeopática adecuada, el profundo deseo de María del Carmen de curarse y el encuentro con el amor, produzca este milagro de mejoría de un caso grave, que la ciencia denomina genético.

Dr. Sergio Rozenholc

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