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Artículo 61

Historia Clínica de Esclerosis Múltiple

Esta presentación es un pequeño resumen de una historia clínica es de una paciente que vino a consultarme por primera vez en septiembre de 1998.

Mi paciente, una mujer separada de 45 años de edad, con tres hijos, comerciante, concurre a la consulta con el diagnóstico de Esclerosis Múltiple. Acompaña entre sus estudios el RMN (Resonancia Magnética Nuclear) y el diagnóstico de su neurólogo.

La paciente relata que en mayo de 1998 da comienzo su enfermedad con rigidez y pérdida de sensibilidad del brazo derecho y parálisis de la pierna derecha con pérdida de sensibilidad.

A los 18 días espontáneamente, remite la parálisis de su pierna derecha dejando como secuela una ligera impotencia funcional de la misma.

La rigidez del brazo derecho y la pérdida de la sensibilidad persisten al momento de la consulta.

Acompañando el cuadro, cefaleas de tipo presivas en la zona frontal que alcanzaban la zona de los arcos superciliares.

La paciente refiere que sus síntomas comienzan coincidentemente en los meses posteriores a su separación, situación vivida como muy conflictiva y con la apertura de un comercio que serviría de base para su manutención familiar.

Reconoce que en ese momento estaba terriblemente agresiva, en especial con sus hijos, a quienes no podía soportar y sentía un profundo deseo de matarlos (esto era literal).

Presa del llanto, sus palabras son: "Siempre tengo miedo a sentirme incomprendida, soy un tronco para los números y con el dinero soy un drama".

Cuando le pido que se describa a sí misma, responde: "Soy posesiva, impulsiva, siempre estoy apurada, soy contestadora, cortante, frontal, no soporto las exigencias, hago de un problema o un discurso de una teoría. En este momento siento vergüenza por llorar y miedo a hacer el ridículo".

Entre los miedos sobresalientes destaca el temor a las tormentas, su carácter mejoraba mucho en la cercanía al mar y sufría mucho el calor.

Entre sus deseos alimenticios marcados, lo que más me impresionaba como un "síntoma característico" era su gran deseo de cerveza.

Quisiera comentarles que la toma de una historia clínica homeopática se transcribe tal cual el discurso literal del paciente y en ella se consigna la historia biopatográfica, que son todas las enfermedades que ha tenido la persona desde que nació hasta el momento de la consulta.

También nos preocupa ahondar exhaustivamente sus relaciones particulares con todo aquello que pudiera afectarlo, sea el clima, la alimentación, la transpiración, los temores, ansiedades, y las características de su personalidad.

A partir de esta historia, el planteo que se hace el médico homeópata es saber qué es lo digno de curar en esta paciente, por supuesto, la esclerosis múltiple; pero si curo solamente la esclerosis múltiple estoy curando al paciente, por lo tanto, debo entender de qué sufre esta paciente para haber padecido esta enfermedad.

La Homeopatía plantea jerarquizar los síntomas característicos que esclavizan al paciente en dicho sufrimiento.

En la historia que escucharon, los síntomas que se tomaron fueron los siguientes: 1) Impulsiva - 2) Prisa 3) Teorizador - 4) Temor a las tormentas - 5) Calurosa- 6) Deseo de cerveza - 7) Parálisis del brazo derecho - 8) Parálisis de la pierna derecha - 9) Cefalea presiva que se extiende a los arcos superciliares

Esta totalidad sintomática permite individualizar al paciente. Como ustedes verán, los síntomas mentales anteceden a la esclerosis múltiple porque la enfermedad se desencadena con el desequilibrio dinámico de la energía vital, y la lesión somática no es más que la manifestación del impacto de la misma en el organismo.

Pero para arribar al diagnóstico es necesario tomar la totalidad del caso incluyendo el cuadro orgánico.

A esta altura ustedes se preguntarán cuáles han sido los criterios de selección y jerarquización de síntomas mentales.

1) Regla de oro es no interpretar un síntoma mental a la manera del psicoanálisis o cualquier otra psicoterapia.

2) El síntoma deberá ser tomado tal cual lo exprese en el relato espontáneo cada paciente.

3) El síntoma debe tener historicidad en el paciente.

4) El síntoma debe esclavizar al paciente en su vida, es decir, hacerlo sufrir, hacerlo padecer.

5) Tampoco un síntoma orgánico debe ser interpretado ni psicológica, ni fisiológicamente.

Porque si interpretáramos, estaríamos tomando síntomas comunes de la especie que no nos permiten individualizar al paciente en su forma idiosincrásica de responder.

Retomando el caso de mi paciente, una vez medicada con Sulphur 1000, vuelve a la consulta el 15-8-98 es decir, a los tres meses de tratamiento y dice: "Tengo la sensación de que tengo algo por descubrir, de que voy a descubrir algo. Mejoró mucho la relación con mi ex marido, no me engancho en la pelea. Hablo mucho más; durante los primeros días del tratamiento estuve mucho más irritable, con más dolores que fueron desa pareciendo a medida que pasaron los días. Se me fue totalmente el cansancio, los dolores de los pies desaparecieron, reapareció parcialmente la movilidad del miembro superior y ahora me di cuenta de que hablo rápido como mi viejo.

"Estoy emocionada por todo esto que me está pasando, siento que hay un cambio profundo en mí". (Esto es literal)

03-12-98: Siguen algunos dolores en la mano y el dedo. "Me duelen un poco algunas articulaciones, he puesto en marcha el proyecto de escribir para un diario o una revista y es como si me reencontrara con mis hijos" (a los cuales definió como "caramelos").

Esta evolución continuó hasta su última consulta en la cual desaparece la totalidad de los síntomas clínicos y orgánicos y la paciente manifestó que actualmente trabaja como periodista en un diario y una revista de esta Capital.

Hasta el día de la fecha los signos clínicos siguen silenciados.

Esta historia la escribo 10 años después, ya que me di cuenta de que algo hice intuitivamente para llegar a este final feliz. Lo primero es haber evidenciado que la separación de su pareja había producido una gran desvalorización global en ella y esto traía aparejado un desplazamiento vertical descendente, situación muy fuerte ya que producía un miedo a la caída e incluía el miedo al futuro. En una de las consultas le pregunté a la paciente cuántas veces se había caído en su vida y esto lo hice de manera inesperada y sorpresiva, generando una situación de shock en la paciente, quien estallando en llanto me contó una historia de su niñez.

Relata la paciente que siendo niña trabajaba en un circo como trapecista y un día se cayó. A partir de ese momento, nunca más pudo ejercer, por el susto que esto generó. Recuerda con angustia, y así lo narra, la gran desvalorización que sintió por parte de su madre.

En ese momento me di cuenta de que una sensación como esta, producida por la madre durante su infancia, junto con el miedo a la caída y el miedo al futuro eran los tres pilares de esta enfermedad.

Un día cuando la paciente se retira de la consulta, la acompaño hasta la puerta ayudándola a traspasarla, es ahí en donde comprendí que ese acto había condensado un acting out de superación de su miedo al futuro.

Por lo que vimos, en mi paciente no sólo se produjo el silencio clínico sino que se puso en marcha toda su potencialidad creativa, se modificó la relación con su ex esposo, apareció la posibilidad de trato mejorando la calidad del vínculo con sus hijos. En otras palabras, se puso en marcha lo que en Homeopatía llamamos la ley de curación en su totalidad, lo que Hahnemann denominó los altos fines de la existencia (parágrafo 9).

Acepto que la historia elegida es un ejemplo con un final feliz, también reconozco que muchos pacientes con estas patologías tienen remisiones espontáneas, pero todos sabemos lo que representa el fracaso y éste también existe en la práctica homeopática. Del trabajo en conjunto, de la apertura científica, de la humildad, del trabajo interdisciplinario, de la aceptación de las limitaciones surgirán nuevas respuestas para beneficio de la comunidad médica total y sus pacientes.

Para concluir, escuchemos a Paracelso:

"Quien no conoce nada, no ama nada, quien no puede hacer nada, no comprende nada, quien nada comprende, nada vale ,pero quien comprende, también ama, observa, ve, cuando mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor... Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas, nada sabe acerca de las uvas".

Dr. Sergio Rozenholc

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